
Humberto Porta Mencos, gloria de las letras guatemaltecas está considerado como uno de los grandes poetas de las primeras cinco décadas del siglo XX.
Su obra literaria fue muy apreciada en Europa, principalmente en España donde se le dignificaba como un gran poeta latinoamericano, algunos de sus poemarios fueron publicados en México y la península ibérica. Nació en Chiquimula en el año de 1901.
Trascurría el año de 1966 cuando le conocí al gran poeta chiquimulteco, nosotros éramos aún adolescente que vivíamos en la 10 calle 1-30 de la zona 1 cerca del Hospital General San Juan de Dios; y, precisamente en la 1a. avenida y novena calle solía el poeta ir a degustar los vinos de Baco.
Un día que fui a traerle La Hora a mi señor padre que en tiempos de don Clemente Marroquín Rojas se ubicaba en la 1a. avenida y 9a. calle, le conocí. Encontraba me hojeando las páginas cuando se me acercó un señor vestido de traje negro y me dijo: “Patojo, qué trae La Hora hoy; mírela; y se la presté. Voy a ver el editorial de Clemente; léalo; gracias. Sabe, a mí siempre me gusta leer a Marroquín Rojas; bueno todo el mundo lo lee, me llamó Humberto Porta Mencos. Usted es el famoso poeta, exclamé; cuánto gusto de conocerlo; gracias, patojo, cómo te llamás, Víctor Hugo Madrigal González.
Yo tengo un libro suyo, La eterna tragedia, me gustaría que le pusiera una dedicatoria; con mucho gusto, yo los miércoles y viernes estoy aquí en esta cantina. Me señaló el lugar, yo sé que sos patojo para entrar a una cantina, pero allí me encontrarás.
No importa, yo llegaré el viernes que viene”. Nos despedimos y me fui a contarle a mi papá.
Fragmento “La Eterna Tragedia”(poema) editado en 1945.
Tarde de sombras y brunas
y de eléctricos fulgores;
en que se mueren las flores
con el beso de las brumas.
Hay aleteos de plumas
en el bosque rumoroso;
y del río caudaloso
que recorre la extensión,
se adivina la canción
que va cantando gozoso.
El hombre, en su tierna edad,
vivió lleno de terror,
porque escuchaba el fragor
de una horrenda tempestad.
Viò en la negra inmensidad
a las centellas cruzar,
y sintió temblar
la tierra en un cataclismo,
y al contemplarse a sí mismo
su Yo lo pudo explicar.
Todo es falaz espejismo…
Todo es ficticio y es vano…
Tan profundo es el arcano
como insondable el abismo…
Siempre el hombre será el mismo;
la existencia será atroz
y en esta marcha veloz
pasan centurias…, milenios…
¡nacen, viven, mueren genios
y no conocen a Dios!
La paz que ansia no alcanza
y la dicha se le esfuma,
su mismo existir le abruma,
y halla en su desesperanza,
tanta malaventuranza,
que al final todo le asedia;
pues sus males no remedia
y no sacia su ambición:
Por que el hombre, en conclusión,
vive una ETERNA TRAGEDIA…!
Humberto Porta Mencos