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viernes, 5 de diciembre de 2008

José Batres Montufar, Parte II

Continuamos con otra porción de este poema en décimas de José Batres Muntufar

Muchos siglos van corridos
desde que hay suicidados,
amantes menospreciados
y jugadores perdidos.
Tantos sabios distinguidos
han tratado del esplín
y del suicidio, que al fin
disputar está demás
sobre si es nefas o fas
(que yo también sé latín).

Tengo por mal argumento
para quitar la vida
el citar algún suicida
de valor o de talento.
Por uno se encuentran ciento
de la más ilustre fama
que terminaron su drama
enfermos, asesinados,
borrachos, apaleados,
en la horca y en la cama.

Lector, si fuera a exponerte
tantos ejemplos diversos,
llegaría haciendo versos
a la hora de mi muerte.
Citaré algunos, y advierte
que no quiero fastidiarte;
ve leyendo hasta cansarte,
y así que estés muy cansado
descansa, lector amado
no vayas a suicidarte.

Marco Bruto se mató
por no vivir en cadenas,
y para alivio de penas
Cayo Casio le siguió.
Cada cual en esto erró,
y aunque probarlo no sé,
a Montesquieu citaré
que dice que cada cual
hizo en matarse muy mal,
y él sabrá muy bien por qué.

Esos dos se suicidaron
y Pompeyo… pero no,
Pompeyo no se mató,
a Pompeyo lo mataron.
Y ni muerto le dejaron
(es cosa que escandaliza)
que con una hacha maciza
le dividieron el cuello.
De sólo pensar en ello
hasta el pelo se me eriza.

2 comentarios:

Nancy dijo...

¿Por qué se suicidó tan jovencito? Imaginen cuántas cosas más dejó de escribir. Gracias por estos regalos extraordinarios. apapachos y bechos

Mario Alberty dijo...

La última estrofa referente a Cneo Pompeyo el Magno fue recitada por mi padre Rafael Alberty (hondureño) como una de sus favoritas y hasta hoy la rescato en su totalidad. Mario Alberty Tegucigalpa, Honduras