Continuamos con otra porción de este poema en décimas de José Batres Muntufar
Muchos siglos van corridos
desde que hay suicidados,
amantes menospreciados
y jugadores perdidos.
Tantos sabios distinguidos
han tratado del esplín
y del suicidio, que al fin
disputar está demás
sobre si es nefas o fas
(que yo también sé latín).
Tengo por mal argumento
para quitar la vida
el citar algún suicida
de valor o de talento.
Por uno se encuentran ciento
de la más ilustre fama
que terminaron su drama
enfermos, asesinados,
borrachos, apaleados,
en la horca y en la cama.
Lector, si fuera a exponerte
tantos ejemplos diversos,
llegaría haciendo versos
a la hora de mi muerte.
Citaré algunos, y advierte
que no quiero fastidiarte;
ve leyendo hasta cansarte,
y así que estés muy cansado
descansa, lector amado
no vayas a suicidarte.
Marco Bruto se mató
por no vivir en cadenas,
y para alivio de penas
Cayo Casio le siguió.
Cada cual en esto erró,
y aunque probarlo no sé,
a Montesquieu citaré
que dice que cada cual
hizo en matarse muy mal,
y él sabrá muy bien por qué.
Esos dos se suicidaron
y Pompeyo… pero no,
Pompeyo no se mató,
a Pompeyo lo mataron.
Y ni muerto le dejaron
(es cosa que escandaliza)
que con una hacha maciza
le dividieron el cuello.
De sólo pensar en ello
hasta el pelo se me eriza.
2 comentarios:
¿Por qué se suicidó tan jovencito? Imaginen cuántas cosas más dejó de escribir. Gracias por estos regalos extraordinarios. apapachos y bechos
La última estrofa referente a Cneo Pompeyo el Magno fue recitada por mi padre Rafael Alberty (hondureño) como una de sus favoritas y hasta hoy la rescato en su totalidad. Mario Alberty Tegucigalpa, Honduras
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