Con el sentido de humor que caracteriza a Batres Montufar, dejamos esta reflexión acerca de la muerte...
Nadie me puede negar
que le pongo en qué elegir
sobre el modo de morir
un modelo qué imitar.
Si me quieren preguntar,
lector, cuál me gusta más
(quizás lo adivinarás)
digo lo que tú dirías,
es decir, Enoch y Elías,
que no murieron jamás.
Si el matarse es cobardía
o si es acto de valor
es cuestión que con furor
se discute cada día.
Si es prudencia o tontería
es lo que decir no puedo;
pero afirmo con denuedo,
ya que de afirmar se trata,
que es cobarde el que se mata
cuando se mata por miedo.
El alacrán se suicida
cuando lo cercan de fuego:
se suicida el topo ciego
de un golpe o de una caída.
También se quita la vida
la mariposa en la llama;
buscando lo que más ama
se mata el hombre enviciado,
y con un corsé apretado
suele matarse una dama.
Mas sólo de esta manera
es permitido matarse:
herirse o envenenarse
es delito en dondequiera.
¿Quién hay que tan necio fuera
que negara la partida,
cuando digo que el suicida,
desde el Siam al Perú,
y del Brasil al Pegù
tiene pena de la vida?
Descansa ya, musa mía,
de tan penosa jornada
que no estás acostumbrada
a tanta carnicería.
Gustoso continuaría,
escuchando tu canción,
mas no tengo corazón,
ni soy capaz en conciencia
de ver con indiferencia
semejante matazón.
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