Estás décimas están dedicadas a un gran artista argentino, al inolvidable Atahualpa Yupanqui.
Hace vibrar el trovero
el bordón de su guitarra
y el ambiente se desgarra
con el temblor del acero.
Traga saliva el pulpero
detrás de su mostrador
cuando canta el trovador
en décimas sus endechas
que hieren igual que flechas
al corazón sentidor.
El payador echa afuera
las rimas consonantadas
que son musicalizadas
por la milonga campera.
El bordón y la primera
anudan a la garganta
y hasta el alma se atiranta
cual si se fuera a romper;
versos son que hacen doler
ésos que el trovero canta.
Germán Zelada Urioste
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