Desnuda, tu piel existe
y provocas la pasión
del varón con aflicción
de tu néctar que eximiste.
Como la virgen que fuiste
dejaste en tu lecho esencia
de tu miel y mi presencia.
¿Cuántos quisieron catar
el vino de tu excitar?
Pero, es odio la sentencia.
Su aroma que me enloquece,
señora porqué no invita
al rocío que me incita,
sisar la hora que fenece.
Mi sueño aún no fallece
y mi arrojo delirante
inquiere un beso arrogante.
¿Dónde aliviar mi ilusión?
¿Dónde esconder mi pasión?
Sólo en su cuerpo embriagante.
2 comentarios:
Roberto, cada vez suenan mejor tus versos. Cada vez son más pulidos.
Y yo que no he podido escribir una sola décima, jajajaja
algún día lo volveré a intentar, algún día.
Apapachos
Nancy: amiga gracias por tus comentarios y visitas. Bueno, esperamos esa dècima... y los apapachos.
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