De Walter González van estas décimas con una dedicatoria a alguien que vive en los recuerdos de días ya idos.
Un ave más del jardín
es materia insuficiente
para decirse presente
con un aleteo sin fin.
Se desprenden del confín
en los senderos oscuros
los lamentos prematuros
impregnados de canción,
mientras grito a la estación
Yo soy parte de esos muros
Una especie de inocencia
es un tatuaje de ti,
nunca yo lo descubrí
hasta que sentí tu ausencia,
instinto con poca ciencia,
mezclado con los conjuros
de mi voz entre sulfuros
que suavemente repiten
lo que los cielos admiten,
Yo soy parte de esos muros
Solo tú comprenderías
lo que intento disfrazar
en mis versos que al azar
se hacen fatuas joyerías,
supe que no volverías
al toque de mis cianuros,
ni los dichos inmaduros
escucharía en tu voz,
sabes tú y lo sabe Dios,
Yo soy parte de esos muros
Mis brazos están podridos
por una ausencia de luz,
son dos clavos y una cruz
los que siento en los latidos
que en mi pecho consumidos
son paseos inseguros,
un dolor se va en impuros
suspirares de un ayer,
mientras que tu eres mujer
Yo soy parte de esos muros
¿De qué va la dicha tuya
si la noche te seguía?
¿De qué va la dicha mía
sin un calor que me incluya?
Voy procurando que fluya
de una vez a los futuros
invernales campos duros
tu realidad casi incierta,
y tras tu ventana abierta
Yo soy parte de esos muros
De verde y gris los murales
con que tu risa se funde,
un adiós que me confunde
se transmuta en los rituales
de luz en que sobresales
tras nubes en claroscuros,
vitrales en desfiguros
grotescos son mis presentes,
si en el viento me presientes
Yo soy parte de esos muros
Voy de aquí a los mausoleos
permanentes de la noche,
Voy al astro que cual broche
sella océanos europeos,
razonar de maniqueos
al fuego de tus apuros,
al diablo los extramuros,
al cuerno los limitantes,
somos dos los militantes,
somos parte de esos muros
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