Unas décimas que constituyen parte del legado histórico cultural de nuestra patria en éste Himno tomado del libro de la Liturgia de las Horas II. Tiempo de Cuaresma.
Ojos muertos que miráis
con mirar indescriptible
y con fuerza irresistible
atraéis y cautiváis,
¿por qué, si muertos estáis,
tenéis tan viva expresión
que así turbáis mi razón
trocando vuestras miradas
en dos punzantes espadas
que parten mi corazón?
Al veros, ojos piadosos,
todo mi ser se conmueve.
¿Quién a miraros se atreve
sin llorar, ojos llorosos?
Me cautiváis amorosos,
me reprendéis justicieros,
sois tiernos y sois severos,
inspiráis dolor y calma,
y las borrascas del alma
enfrentáis sólo con veros.
¡Ah! Permitid ojos píos,
ojos que sois el encanto
del cielo, que con mi llanto,
borre mis locos desvíos;
bebí en cenagosos ríos
aguas de ponzoñas llenas
que, al infiltrarse en mis venas,
causaron fiebres ardientes.
¡Cómo olvidé que erais fuentes
De aguas dulces y serenas!
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