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lunes, 5 de julio de 2010

LA FABULA DEL POETA Y EL HERRERO

Manuel de Jesús Villalta López (Manuel Villalta). Nació en Ipala, Chiquimula (1956). Sus estudios superiores los cursó en la Universidad de San Carlos de Guatemala, extensión Jalapa donde obtuvo el título de Profesor de Enseñanza Media en Pedagogía y Ciencias de la Educación. Estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad Mariano Gálvez y de la carrera de Pedagogía en Derechos Humanos en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha publicado: Versos a Flor de Labio ( 1991); El Tatascán ( 2000); Personajes de Cuerpo Entero (2001); Cuentos Provincianos y la novela El Gavilán (2002); Estampas Monográficas de Jalapa (2006); la novela Muñeco de Trapo (2008). También publicó el folleto de poesía A Corazón Abierto. Este año se publicó la obra El Tatascán Ataca de Nuevo. De la autoría de este brillante y prolífico artista presentamos estas décimas.

LA FABULA DEL POETA Y EL HERRERO

En un pueblito sin nombre
existía entre su gente
un poeta inteligente
más un herrero buen hombre.
¡Válgame Dios! Que se asombre.
Si al poeta le gustaba
la mujer del que forjaba
los hierros de su paciencia,
mientras el bardo con ciencia
a diario la enamoraba.

La consorte del herrero,
una mujer muy bonita,
de los pies a la carita
era un dulzor verdadero,
como dicen; “alto cuero”.
Con muy perfectas medidas,
de amplias caderas salidas
aristas tan alarmantes,
con sus pechitos punzantes
dejaba almas aturdidas.

Ya cansada de los versos
del poeta enamorado;
le contó todo a su amado.
Con pensamientos inmersos
en destruir aquellos versos
juntos hicieron un plan
y dar lección al galán,
al poeta vehemente
quien por andar de indecente
le fue como a todo truhán.

Una tarde se paseaba
aquella mujer bajita.
El poeta que la invita
pues como tanto le amaba,
estar con ella deseaba,
descargar sus emociones…
– ¡cuidado a las impresiones!
¡Aquí no! Pues, ¿qué dirán?
Llegue a mi casa y serán
realidad sus ilusiones.

La cita quedó pactada.
Él ya sabía que hacer
dentro de aquel proceder
en la noche, con su amada,
a quien creía entregada…
subió una larga escalera
hacia el lecho, una galera,
ya con su mente confusa
pensaba estar con la musa
en plena retozadera.

A media escalera iba
Cuando ésta se le movió,
Y de pronto se cayó
Con la panza para arriba.
El herrero lo derriba
Con almádana en la mano;
– ¡momento! Mi buen hermano
–le dice en declamación–
mensaje de corazón
os traigo desde Vulcano.

–El Rey Vulcano me envía
desde una esfera celeste,
a ver si un clavo como este
me hacen en esta herrería.
El herrero que entendía
tan pronto contestaría:
Muy buen herrero sería
Con dotes de arquitectura
Y clavos de esa estructura
No hacemos en la herrería.

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