La cruda descripción de esta historia que cada vez se torna más fuerte y más real en estas décimas que compartimos...
VII
Allí pasé cinco meses
llevando una vida mustia
porque la pena y la angustia
me postraron muchas veces.
Solo me comí mis heces,
nadie me fue a visitar;
entonces pensé fugar
y como lo pensé lo hice;
así dieron mis narices
de nuevo en el lupanar.
VIII
Pero si la rayería
ampaya uno que labura
la mancha se pone dura
no le hace la patería.
Yo anduve solo unos días,
después vino lo «mejor»
me alinié con la peor
gente que ya estaba en NADA,
y con niñas malogradas
hacía a diario el amor.
IX
Vivimos en basurales
compartiendo nuestro lecho
disputándonos desechos
con los propios animales.
Para dormir, dos costales
eran suficiente abrigo
de borrachos y mendigos
o de pájaros fruteros
y de uno que otro ratero
que se apataba conmigo.
X
Los bichos, la pestilencia
y sobre todo las ratas
eran compañía grata
de nuestra vil existencia.
Algunos con la estridencia
de sus risas desdentadas
celebraban las trastadas
de algún borracho teatrero
que caía de trasero
tras una rata preñada.
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