Roberto Cifuentes nos deleita con esta dolorosa historia transformada en décima.
Vagué por las calles desiertas
buscando tu rostro perdido
entre la negrura escondido,
jugando con el que conciertas.
Burlando las sombras despiertas
llegué a tu recámara infiel
puse una flor sobre tu piel.
Llorando me marché, por ti,
en sombras mi dolor vendí;
mi sangre se anego con hiel.
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