Como siempre, un verdadero deleite y un honor para "Guatemala en décima" incluir, de la pluma del Maestro Modesto Caballero, impregnado de cumbre, de aire frío, de montañas, de nuestra tierra única, nuestra bella Guatemala, éste canto para disfrute de todos...
MI CANTO A LOS CUCHUMATANES
Tal parece que en tu cumbre
se unen el cielo y la tierra
cuando él en tu faz se aferra
apaciguando su lumbre.
Termina la incertidumbre
que al hombre siempre enfrentó:
¿Dónde fue que Adán halló
el Paraíso? Fue aquí,
Cuchumatanes, no allí
donde alguien lo situó.
Dicen que sería Dios,
yo no lo sé, estaba ausente
entonces, pero el presente,
este que vivo con los
ojos abiertos en pos
de disfrutar tu belleza,
me da la total certeza
de que tú eres el lugar
donde Dios pudo fundar
el Reino de su pureza.
Cuchumatanes, ¡qué lar
para tocar las estrellas!
Tú te refugias en ellas
como la vida en la mar.
Los pastores a pastar
llevan a ti sus rebaños.
Cantan sus himnos antaños
el quetzal y el indio triste.
Cuchumatanes tú fuiste
y eres sus sueños extraños.
En ti no hay días ni hay años
cómo medir tu existencia.
Tú estás en la independencia
del tiempo, del cruel regaño
de Cronos, el ermitaño
patriarca de la vejez.
Tú eres la exquisitez
de la perpetua belleza.
En ti la vida comienza
su sublime sencillez.
Cuchumatanes, tal vez
no sepamos todavía
el ángel de la valía
de tu encanto sin doblez.
Inmensa es la solidez
donde siembras tus cimientos.
Y en el canto de los vientos
que abrazan tus arboledas
también en ellos tú quedas
flotando en el firmamento.
Texto: Modesto Caballero Ramos
Fotografìa: Roberto Cifuentes E.
MI CANTO A LOS CUCHUMATANES
Tal parece que en tu cumbre
se unen el cielo y la tierra
cuando él en tu faz se aferra
apaciguando su lumbre.
Termina la incertidumbre
que al hombre siempre enfrentó:
¿Dónde fue que Adán halló
el Paraíso? Fue aquí,
Cuchumatanes, no allí
donde alguien lo situó.
Dicen que sería Dios,
yo no lo sé, estaba ausente
entonces, pero el presente,
este que vivo con los
ojos abiertos en pos
de disfrutar tu belleza,
me da la total certeza
de que tú eres el lugar
donde Dios pudo fundar
el Reino de su pureza.
Cuchumatanes, ¡qué lar
para tocar las estrellas!
Tú te refugias en ellas
como la vida en la mar.
Los pastores a pastar
llevan a ti sus rebaños.
Cantan sus himnos antaños
el quetzal y el indio triste.
Cuchumatanes tú fuiste
y eres sus sueños extraños.
En ti no hay días ni hay años
cómo medir tu existencia.
Tú estás en la independencia
del tiempo, del cruel regaño
de Cronos, el ermitaño
patriarca de la vejez.
Tú eres la exquisitez
de la perpetua belleza.
En ti la vida comienza
su sublime sencillez.
Cuchumatanes, tal vez
no sepamos todavía
el ángel de la valía
de tu encanto sin doblez.
Inmensa es la solidez
donde siembras tus cimientos.
Y en el canto de los vientos
que abrazan tus arboledas
también en ellos tú quedas
flotando en el firmamento.
Texto: Modesto Caballero Ramos
Fotografìa: Roberto Cifuentes E.
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